Ayer me puse a mirar una cosa en la configuración de la fanpage de Facebook y mis ojillos vieron un cuatro así de refilón. Y dije, anda, ¿ya seremos 4000? Y me llevé una sorpresa porque habíamos superado ya el número con creces. Entonces miré twitter, e instagram, y el blog… y fui de sorpresa en sorpresa. Y esta pringui que os escribe hasta lloró un poquito.
De la emoción de ser tantos y tan bien avenidos y un poco de la rabia de estar tan ocupada e ir siempre tan a mil y no haber tenido tiempo de disfrutar de estas pequeñas alegrías en su momento. No vale trabajar tanto en un proyecto tuyo que no te permita luego ni disfrutarlo. Así que… GRACIAS.
Porque sois geniales, nunca hay un mal rollo, os alegráis de mis alegrías y me apoyáis en cada paso y hasta me asesoráis en cómo colocar la cama vía Instagram, jajajaja.
Porque entre todos los miles que somos y que nos visitáis cada día nunca hay una palabra mala. Comentarios de esos destructivos y a mala leche solo tuve uno en estos más de 300 post. Y alguna bronquilla que me cayó en el post del musgo y en el de los libros. :) Dicen que no eres nadie en la blogosfera hasta que tienes un troll, y yo soy TAN feliz de no ser nadie… Gracias de verdad.
Y como no hay celebración sin regalo, me puse a pensar. Y como lo que más me gusta es vuestra compañía en las vicisitudes diarias (me encanta esa palabra, como de tener una vida muy interesante) dije, venga, los voy a involucrar en una de mis últimas obsesiones del piso nuevo y el estudio nuevo. Os vais a partir de risa, pero es… el felpudo.
Siempre he pensado que al pobre felpudo no se le da la importancia que merece. Tú llegas a una casa desconocida, tocas al timbre y, mientras no te abren, miras el felpudo. Y te puedes hacer una idea bastante clara de la persona que vive dentro. Si está sucio y viejo, si es de megadiseño, si tiene manchas de patas de animales, si es divertido, si es infantil o irónico. Es la tarjeta de visita de tu casa, te prepara para lo que te vas a encontrar después. Como la invitación de una boda.
Y en esas estoy, buscando el felpudo perfecto. Y ahora os paso el relevo de la obsesión. He mirado mil páginas y para mi casa ya lo tengo claro, quiero uno de Happy Ideas, una de mis tiendas favoritísimas siempre que tengo que buscar algo diferente y especial. Hablé con Amparo, que es más maja que las pesetas, le conté mi “problema” con los felpudos y aquí tenéis también vuestro regalito. ¡Un felpudo molón! Además podéis elegir el que más os guste y que más vaya con vosotros, porque hay uno perfecto para cada persona:
Para las que viven solas
Para los que ya viven o se van a vivir juntos, ¡por fin!
Para los que acaban de ampliar la familia
Para los que tienen peques que son terremotos
¡e incluso hijos adolescentes!
Y un montón más muy divertidos. Creo que el felpudo disléxico es mi favorito, pero aún no he conseguido decidirme entre ese o el de la rana. :)
Para participar es muy fácil, solo tenéis que ser fans de Happy Ideas y de El sofá amarillo. Y dejarnos por aquí abajo un comentario para saber quiénes sois contándonos qué felpudo os gusta más.
Edito: podéis participar durante una semana, hasta el martes a medianoche. Y el miércoles o el jueves os diré el ganador. Depende de cuánto me complique en hacer el sorteo. :) Si utilizo a Jimena tardo más.
¿Os apuntáis a mi última felpudo-obsesión? ¿Qué me pasa que últimamente tengo obsesiones cíclicas? Menos mal que no he visto que éramos 4000 cuando tuve que comprar el-cubo-de-la-basura-perfecto… :) Gracias, de verdad, por compartir conmigo todas estas pequeñas cosas cada día.
¡Un beso enorme y felicísimo y requeteagradecido miércoles!
Indara
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